Esta receta ha llegado a nuestras manos hace muy poco, gracias Pau. En #CasaNIT somos muy fan de hacer pizzas caseras y amasar en casa, que además de divertido es más sano. La peculiaridad de la receta, que os voy a contar hoy, es que no hace falta amasar para que las pizzas salga riquísima.
La clave está en conservar la masa en la nevera, durante dos días, para que quede más gelatinosa y correosa y así al cocerse quedará crujiente. La receta recomienda hacerla en horno moruno, directamente sobre la base, y así lo hicimos, pero como es muy probable que no tengas, puedes hacerlo en tu horno normal, poniendo la pizza directamente sobre la bandeja del horno caliente al máximo para que se haga muy rápido.
Ingredientes:
– 525 g de harina panificable
– 340 g de agua
– 20 g aceite de oliva
– Levadura fresca 5 g (1,5 de levadura seca)
El relleno de la pizza hacedlo como queráis, nosotras solemos echarles tomate, queso y encima ¡los ingredientes que más te gusten!
Preparación:
Como no vas a amasar disuelve la levadura en agua, incorpora el resto de ingredientes y mézclalos en un bol con la mano, la masa quedará algo pegajosa, no pasa nada. Dejamos que repose 15 minutos en el bol y la pasamos a la mesa. No hay que echar mucha harina, simplemente plegamos la masa sobre sí misma y dejamos reposar 5 minutos. Después la dividimos en porciones de 300 g, separándola en tres vamos y con un poco de aceite lo guardamos en la nevera en tres tuper o bolsas herméticas, durante dos días, con algo de espacio sobrante porque la masa va a crecer.
Después de dos días en la nevera, sacamos la masa y no la estiramos con el rodillo sino que la estiramos con la mano en una superficie enharinada y con movimientos sencillos para ir estirándola.
Cuando el horno está muy fuerte, metemos la pizza directamente con los ingredientes montados encima y, en 3-5 minutos, tendremos un ¡riquísima pizza casera!
¡Ya me contaréis cómo os sale y si notáis la diferencia disfrutones!