Isabel, la Yaya, vivió un tiempo en una venta aquí en Valencia. Las ventas eran antiguas casonas donde se daba de comer a los que por allí pasaban. Ella misma nos contaba que era habitual que el ventero preguntara: “¿quieres ajo?, arriero”. Los arrieros eran los que trabajaban transportando mercancías de un lado a otro, y el público mayoritario de las antiguas ventas, además de todo aquel que quería y llegaba hambriento y se paraba a comer ese plato tan típico de muchas partes de España, pero también del Levante.
Bacalao, ajo, aceite y patatas, el llamado ajoarriero, con un poco de pan y vino. Comida buena y barata para saciar el hambre del camino.
Es un plato muy sencillo de hacer pero lleva tiempo y hay que darse maña, porque no a todos nos sale igual echando los mismos ingredientes y haciendo lo mismo. En la familia la Yaya era a la que más rico le salía y después solo el primo Carlos ha conseguido casi igualarla, además de Isabel II, la hija de la Yaya, que tantas veces lo hizo con ella. Merece la pena intentarlo, porque ¡sabe muy rico!
Ingredientes:
– 5 porciones de bacalao
– 2 patatas
– 5 yemas de huevo
– El aceite que te admite
– Tres dientes de ajo
Lo primero que hay que hacer es desalar el bacalao. Para hacerlo hay dejarlo dos días en agua fría en remojo, cambiando dos veces al día el agua. Otra opción es comprarlo desalado y así te ahorras este paso.
Después se cuece en agua hirviendo durante 2 minutos, se saca y se deja escurrir bien para quitarle todo el agua. Seguidamente se desmenuza quitando pieles y espinas y se reserva.
En el mismo agua que has hervido el pescado, cueces las patatas peladas enteras y, una vez cocidas, las trituras con el tenedor, el pasapuré o en el mortero. Aunque pueda parecer una bobada, es importante usar el tenedor o el mortero, mejor que cualquier máquina, ¡pruébalo! sale más rico 🙂
Seguidamente vas machacando la patatas y echas el bacalao y poco a poco, vas mezclando con los ajos picados y añadiendo las yemas de huevo (importante sólo las yemas) y aceite crudo hasta que va cogiendo textura y forma. Puedes dar todas las vueltas que quieras, hasta que estés agotado o agotada…¡cuantas más vueltas mejor!
Y el resultado es un ajoarriero de los buenos, rico, rico para untar con pan o comer como aperitivo sorprendiendo a todo el que lo prueba ya que tiene un sabor muy especial. ¡Te encantará!