Ha sido un gran descubrimiento esta pequeña pero preciosa ruta junto al río Perales, en Navalagamella Madrid. Nos habían hablado algunos amigos de ella y la verdad es que merece muchísimo la pena. Es una ruta sencilla y divertida para hacer con peques, ya que vas descubriendo diferentes tipos de árboles, que tienen paneles explicativos, y también hay que encontrar los molinos, por lo que estarán encantando de ir siguiendo las pistas y las marcas de la senda.
Son 5.2 kilómetros y se puede hacer tranquilamente en 2 horas, pero si te apetece comer en el campo es una ruta ideal para hacerlo porque hay mesas y áreas de descanso en todo el recorrido, casi todas a la sombra y rodeados de un paisaje espectacular. Nosotros nos llevamos comida y fue muy chulo comer mientras veíamos los pájaros volando a nuestra alrededor.
La ruta comienza en el parking del puente del río Perales, es fácil de localizar, pasas el pueblo de Navalagamella dirección Valdemorrillo y a la derecha ves el parking y el comienzo de la senda. Nada más empezar a caminar te encuentras con una casa que separa los dos caminos, ya que es una ruta circular que empieza y acaba en ese punto. Nosotros seguimos los paneles indicativos y caminamos dejando la casa a nuestra derecha y entrando rápidamente en un sendero que discurre junto al río.
En primavera el campo está espectacular, pero en esta ruta es especialmente impresionante ya que el río está totalmente cubierto de pequeñas florecillas blancas, como un manto de gran belleza que casi no deja ver el agua. La primera parte de la ruta es muy bonita, sin embargo la segunda parte se encañona en el río y es espectacular, así que lo mejor estaba todavía por llegar.
Hay que tener cuidado al llegar a la primera zona con mesas de picnic de no equivocarnos de camino e ir hacia el pueblo, ahí hay que coger el camino de la derecha que está bien señalizado pero nosotros nos equivocamos un poquito. Esta segunda para del itinerario recorre la Cañada Real Leonesa que ha sido recuperada como vía pecuaria, por lo que ofrece una imagen impresionante del paisaje tradicional de las cañadas trashumantes que recorren la Península.
El paisaje nos enseña dehesas de encimas y un horizonte espectacular, aderezado de miles de florecillas de colores y nos va llevando hacia el río otra vez y su manto blanco de pequeños nenúfares. En los carteles explicativos te cuentan que es una zona donde puedes observar el vuelo del azor, el milano, el buitre negro y el águila imperial. Nosotros vimos pájaros volar, aunque no sabemos diferenciarlos bien, pero estuvimos intentado reconocerlos con las explicaciones de los paneles, y juraría que vimos varios milanos cazando… una maravilla verlos.
Las niñas no aguantaron la presión de tener un río tan cerca y tan bonito y paramos a darnos un remojón primaveral entre las flores. Y continuamos el camino para encontrar, ya casi al final de la senda los dos molinos abandonados, que tienen paneles explicativos donde te cuenta cuál era su funcionamiento.
Esta última parte de la senda me pareció también preciosa, ya que la senda se encajona en el cauce el río y el paisaje es impresionante. Desde luego nos sorprendió muchísimo que un paisaje de dehesa pudiera ser tan bonito. Pasados los molinos en seguida se llega hasta la casa donde empieza el recorrido circular y de ahí al parking.
Estoy segura de que repetiremos esta ruta tan bonita, muy cerca de casa y no tan lejos de Madrid. ¡A disfrutar!
Ficha técnica:
Tiempo: 2 horas (ida y vuelta, recorrido circular)
Carritos o bicis: no
Distancia: 5,2 kilómetros
Dificultad: sencilla