Yakitoro, el famoso restaurante del renombrado cocinero Chicote, está inspirado en las tabernas japonesas yakitori donde todo se cocina a la vista del comensal directamente sobre carbón. El restaurante está en el centro de Madrid (calle Reina, 41) y tiene algunos puntos divertidos y diferentes. Lo primero es que la cocina tiene cristales vistos, y está llena de gente, todos los camareros y cocineros van con monos verdes, muy cómodos, y son excepcionalmente simpáticos y agradables. A nosotros nos atendió Miriam primero y después Aira, las dos majísimas.
Las mesas son redondeadas, tienen una caja para dejar los abrigos y los bolsos, están pegadas unas a otras y en el centro tienen una línea de hielo donde están metidas las cervezas, todas artesanas y super ricas. Además en el medio del comedor están los cocineros junto a sus brasas, que van haciendo las brochetas y lo que pidas sobre la marcha y delante de ti.
Nosotros fuimos cinco amigos, habíamos reservado con tiempo ya que nos apetecía conocer el famoso restaurante de Chicote y probamos casi toda la carta (algo nos dejamos para la próxima vez, como siempre) pero preferimos probar mucho que repetir platos. Todo está basado en brochetas, divididas en la carta por brochetas del Agua, de la Granja y de la Finca, además de algunos platos para acompañar y los postres. Lo mejor es que os vaya contando todo lo que probamos y lo que más nos gustó. Los platos son pequeños y no cuestan caros, además de que los sirven super rápido, así nosotros fuimos pidiendo, probando y volviendo a pedir.
En la primera ronda pedimos un Yakibokata de papada ibérica y pepino “David chang” (muy ricos, y el pan muy original, aunque de Yakibokata aconsejo más el del chipirones con tomate y alioli y cebolletas), pedimos también los dados de berenjenas (muy ricas), el pollo frito crujiente con salsa agridulce cañí (muy especial, se parece al pollo agridulce pero en super rico), la brocheta de atún rojo y pack choy lacado sobre pan y salmorejo (rica pero no espectacular), Yaki-Shabu de salmón con salsa agripicante (no pica demasiado y está muy bueno, te traen un cuenco con las brochetas y el salmón crudo y lo dejas caer en la salsa donde se hace en ese momento), también pedimos entrecostillas de wangyu lacado (que nos encantó y acabamos repitiendo porque está para chuparse los dedos) y un arroz aliñado con sabores de Oriente (está super rico, os lo recomiendo mucho).
Después de pedir todo esto, nos los fueron sirviendo súper rápido mientras veíamos al cocinero en medio de la sala haciendo todos los pedidos que le llegaban. Y seguimos probando cosas, esta segunda ronda nos atrevimos con unos chipirones con salsa de cebolla dulce (muy muy ricos), el tuétano de ternera asado y caramelizado con lascas de de bonito seco (muy especial y muy raro, al que no le gusten las cosas gelatinosas que no se arriesgue, pero a mi me gustó mucho aunque sabía un poco aceitoso, pero bien) y seguimos con el ceviche de zamburiñas, limas y ají amarillo impresionante, estaban muy muy ricas y un arroz especiado asado al carbón en hoja de banano (muy rico pero nos gustó más el salvaje).
Como os digo las raciones son pequeñas, una o dos brochetas pero van llenando y para acabar nos pedimos de postre el crumble de manzana con helado de vainilla (muy rico, fue el postre que más nos gustó), el yakitoro de marshmallow (una especie de nubes quemadas muy bonitas de ver pero no estaban especialmente ricas) y el helado de fresa y wasabi con galletas de gengibre (les encantó a los locos del wasabi y el gengibre en la mesa, que no soy yo, pero si os gusta dicen que está muy rico).
No nos fuimos del Yakitoro sin visitar al baño, que aunque no lo diga Chicote en sus programas dicen mucho de cómo es un restaurante, y no defraudaron, muy originales con zonas mixtas con unos lavamanos muy originales y luego cada uno por su lado, no os lo perdáis si decidís ir algún día.
Pero lo mejor de la experiencia fue, sin duda, el precio, salimos a 24 euros por persona sin haber escatimado en comida, ni bebida ya que pedimos varias cervezas cada uno. Se puede reservar online y por teléfono, toda la información está en su página web, hay bastante demanda así que os recomiendo tenerlo previsto aunque hay algunas mesas que se dejan libres para la gente que va sin reservar.
Así que la experiencia fue muy buena, muy bien de precio, muy ajustado a la calidad, divertido y diferente. Repetiremos seguro. ¡A disfrutar!